
V
Daila
Aidan de Tale
No sabíamos donde dirigirnos, sólo íbamos bordeando la falda de las montañas que nos iban apareciendo, era obviamente una cordillera, no era muy alta. Teníamos el presentimiento de que encontraríamos una aldea en la falda de alguna de las montañas.
Recorrimos durante cinco horas las montañas, no encontramos nada, salvo frutas como mangos y papayas, recolectamos hartas, porsiacaso y no encontrábamos un pueblo pronto, con eso saciamos nuestra hambre y nos quedaba suficiente.
De repente nos cayo la noche de golpe, estaba oscuro había nubes en el cielo, y no se podía ver la luna, ni las estrellas.
-de nada sirve que continuemos- dije pesimista- ni tampoco que encendamos una fogata, dado que a todos los árboles les ha llegado agua de la ola y por lo que veo lloverá pronto.
-genial- exclamó Carla, pateando una piedra- estamos solos en un continente que ni Kraden conoce, solo hay de comer papayas y mangos, va a llover en cinco…-antes de terminar la frase se largo a llover- minutos mas, y no tenemos una carpa para refugiarnos, que podría ser mejor.
-sabes lo que seria mejor- dijo Mabee, aparentemente estaba enojada por su tono de voz- que dejaras de quejarte, porque no veo que hagas nada productivo.
-no me vengas a hablar así, Mabee- dijo Carla, y se acerco un poco a ella- no te he dado la confianza.
-crees que necesito tu confianza para decirte que eres una niña mal criada.
-¡¿Perdón?! Repite lo que dijiste.
¡Oh, no! Me dije, ahora tendría que parar una pelea de chicas.
-¡ah! ¡Mas encima eres tonta!- dijo Mabee con una falta de temor en su voz que me sorprendía. Nadie en diecisiete años de vida le había hablado así a Carla- te dije que eras una niña mal criada- lo dijo demasiado lento.
- ¡mira tú, grandísima…!
-chicas, yo…- dijo Kraden.
-¡cállate!- gritaron las chicas al unísono.
Empezaron a discutir, entonces divisé en el suelo dos piedras del tamaño de los puños de bebes. Con mi Psi-energía las hice levitar, entonces con un movimiento de la mano salieron disparadas a la cabeza de Mabee y a la de Carla. Estas se voltearon a verme.
-escúchenme las dos- dije fuertemente- van a parar de pelear, no tengo el animo para verlas discutir, así que ahora vamos a irnos al bosque y descansaremos ahí, y quiero que las dos se comporten, porque o sino cada una volverá a sus ciudades, ¡¿entendieron?!- en la ultima palabra grite, no tuve respuesta-¡¿entendieron?!
-sí, Aidan- dijeron al unísono.
Encontramos un bosque a la falda de una montaña tenia árboles muy frondosos lo que hacia que no entrase el agua. No teníamos más que nuestras capas para cubrirnos, por suerte la lluvia era tibia pero aun así nadie quería dormir tan a la intemperie.
Al día siguiente amaneció despejado, despertamos por una replica. Descubrimos que algo de la lluvia se filtro por los árboles, cuento corto quedamos todos empapados.
Cuando terminamos de desayunar, papayas y mangos, seguimos bordeando las faldas de las montañas.
Mabee y Carla arreglaron sus diferencias y volvieron a volver ser tan amigas como antes.
Por sólo una hora bordeamos las faldas de las montañas y al final encontramos una aldea.
Al entrar vimos que a pesar de estar protegidos por la cordillera algo habían sufrido. La ola empapó toda la aldea, las casas estaban cubiertas con lonas. La gente era morena, algunos eran delgados y las mujeres usaban un distintivo en la frente, algunas tenían un lunar solamente en la frente.
-nos miran raro- dijo Mabee, tenia razón su expresión era de curiosidad.
-preguntemos dónde esta la posada mas cercana- sugirió Kraden. Nos acercamos a una anciana que se encontraba cerca de lo que parecía ser un templo. Resulto ser que la anciana era dueña de la misma posada
, nos guió através de la aldea, que constaba únicamente de diez casa contando la casa del alcalde, que no resaltaba mucho de las demás, salvo que se encontraba en una colina.
En el centro de la aldea había un pozo donde las mujeres sacaban agua y se ponían a cotillear.
Mas debajo de esto había un mercado, donde se vendían desde frutas hasta armas.
Había divisado barias vacas sin manchas caminar por las calles, pero ningún puesto de carne.
Pasamos através del mercado siguiendo a la señora, por el lado izquierdo del marcado se llegaba a la posada, tenia tres pisos y estaba echa de barro.
Entramos en la recepción allí se encontraba un hombre fornido casi idéntico a la señora, resultaba que era su hijo, pagamos seis monedas para quedarnos, nos sentamos en una mesa del restauran de la posada, allí discutimos que tendríamos que hacer.
No sabíamos donde nos encontrábamos, sólo que la aldea se llamaba Daila, me eligieron líder del grupo así que decidí enviar a Kraden y alas chicas a reunir información y yo iría al mercado a comprar lo que fuese necesario, pues pronto tendríamos que partir, también los envíe para investigar sobre algún barco.
Pero tendría que ser al día siguiente, dado que nuestras ropas estaban mojadas, y la posadera no quería dejarnos salir hasta que le pasásemos nuestra ropa para que la pusiese a secar.
-denme su ropas señores y señoritas, que no quiero yo que cojan un resfriado- dijo la anciana- no se preocupen, hay pijamas en las habitaciones, y le traeremos comida al cuarto, veo por su condición que no traen mas ropa.
No me gusto el tono cuando dijo “condición” pero era verdad, con el tsunami perdimos varias cosas, solo pudimos rescatar, nuestras armas, ropa, hierbas curativas, el Bastón Chamán, la bolsa de mitril que contenía la estrella de Júpiter y algo de dinero.
Bueno así pasamos el día en la posada, había pagado por dos habitaciones, nos trajeron comida como dijeron, yo esperaba algo de carne pero nada, arroz y frijoles solamente.
Después de eso pedí una pipa y me puse a fumar solo, mientras Kraden hablaba con las chicas.
Fumaba solo cuando me sentía estresado, y así era, no teníamos barco, no sabíamos bien hacia donde dirigirnos, ni siquiera sabíamos donde se hallaba el Faro de Júpiter, y ahora yo era el líder de todo, dado que el marica de Saturos había muerto y la mal nacida de Menardi también. No encontraba que estaba apto, pero el resto decía que sí. Mas encima echaba de menos Tale, mi pueblo, echaba de menos a mis amigos, mi casa junto a la presa del río, pero por sobretodo extrañaba a Kay, habían pasado tres año ya había crecido, en mi visita fugaz a Tale hace un año, vi lo hermosa que estaba.
Al atardecer del día siguiente, cuando nuestra ropa estuvo seca, y ya habíamos echo todo lo que ordené, nos reunimos todos en la habitación de las chicas en la posada.
-muy bien que lograron recolectar- dije sentándome en la cama de Carla, esta se recostó y apoyó su cabeza en mis piernas.
-bueno-dijo Kraden después de aclararse la garganta- fui a investigar sobre algún barco…definitivamente no hay ninguno, aparentemente, la aldea no sufrió daños pero sus bracos sí, la mayoría se hallaba en un muelle al este de aquí.
-lastima-dije, después chasqué mi lengua- y ustedes chicas.
-bueno- dijo Mabee- estamos en un continente llamado Indra, Daila es su ciudad más norteña, se ubica al este de Gondowan.
-¿Qué más han logrado descubrir?- pregunté.
-también descubrimos que al sur del continente hay una ciudad llamada Madra- dijo Carla, separándose de mis piernas- dicen que allí será seguro encontrar un barco… ¡ah! Y que tienen sabrosos mariscos.
-también escuché sobre dos chicos perdidos, desde hace dos días- dijo Kraden.
-eso es antes del tsunami- dije, quizás les hubiese pasado algo.
-será mejor investigar eso- dijo Carla- también escuché sobre un templo donde la gente es capas de levitar, se encuentra a un día al sur de aquí, se llama Kandorean, y lo lidera un tal Maestro Poi, creo que deberíamos ir quizás haya algún tipo de Psi-energía.
-los que estén a favor de ir… levanten la mano- dije, todos la levantamos- bueno esa será nuestra siguiente parada.
>>bueno, ahora yo logré comprar algunas cosas, aparente el mercado no tiene muy buenas armas así que tendremos que conformarnos con las nuestras. Segundo sólo logre comprar algo de pan, leche, queso tomate, frutos secos, higos, almendras, arroz. No hay nada de carne a pesar de que las vacas andan sueltas por las calles.
-aparentemente son sagradas aquí- acotó Kraden.
-muy bien, ahí va mi esperanza de comer algo que nos sea comida de pájaros…conseguí dos carpas, eran las ultimas en el puesto así que la más grande será para las chicas y la mas pequeña para nosotros- dije apuntándome a mí y a Kraden- también conseguí sacos de dormir… un mapa topográfico de todo Weyard, donde sale cada ciudad y cada continente, también compre mochilas para cada uno, y me sorprende que me quede dinero.
-muy bien entonces esta decidido- dijo Kraden- mañana mismo partimos al Templo Kandorean.
Salimos de la habitación de las chicas y nos fuimos a las nuestras.
En la aldea había preguntado sobre hechos extraños que hayan ocurrido alrededor de hace un año, que fue cuando el Monte Aleph hizo erupción, varia gente respondió que los animales se habían vuelto mas salvajes, algunos habían crecido mas de la cuenta, incluso habían seres que solo estaban escondidos en las cuevas. Eso quería decir que el camino hacia Kandorean estaría lleno de monstruos, pero, estaríamos listos.
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